
La respuesta española a nuestra morcilla está a una milla de distancia de la rebanada que obtendrá con su fritura. Es una morcilla especiada, delicada, con un suave sabor. Las recetas varían en toda España, desde la morcilla suelta, con arroz, de Burgos, hasta la morcilla de arroz, la variedad hecha con cebolla y arroz.
Pruébela en patatas fritas con un huevo escalfado y perejil, o mezclada con lentejas con cebolla roja finamente picada, hinojo rallado, menta y eneldo con un buen aderezo de vinagre de sidra. La morcilla se desmenuza, aportando su sabor al conjunto del plato sin que resulte excesivo.
Otra forma favorita de servir la morcilla es rellena de calamares, una combinación clásica. Si es usted uno de los que no soporta la idea de la morcilla, entonces la morcilla puede ser para usted; la mayoría de las personas que visitan España la prueban y les encanta antes de saber lo que lleva.
Ligera, delicada, perfumada con un toque de especias y con una textura que se deshace en la boca, la morcilla es el pequeño bien de España. Elaboradas por los artesanos tradicionales, las morcillas cuelgan del techo en grandes hileras de lazos de color burdeos.
Salteadas y cocinadas con huevos, hacen los revueltos de morcilla más golosos y fragantes. Cortada en rodajas gruesas y asada en una sartén de hierro fundido en un horno a 180°C (350°F/Gas 4) durante 10 minutos, la morcilla se hincha y se vuelve ligera y esponjosa. Con su mezcla de dulce, salado y picante, las morcillas son perfectas con un vasito de vino amontillado.
Cualquiera que haya comido una Morcilla debería y probablemente haya probado la forma tradicional de comer una Morcilla. La morcilla tradicional de Bury tiene forma de herradura y suele cocerse a fuego lento hasta que se calienta... No se hierve como mucha gente cree. Luego se corta por la mitad. El acompañamiento habitual es sal y vinagre o mostaza. Sin embargo, hemos descubierto que si se combina con una salsa dulce, como la de arándanos o la de manzana, se complementa excepcionalmente bien el sabor salado de la morcilla.
Hemos descubierto que una forma muy rápida de cocinar una morcilla a la perfección es cortar la herradura por la mitad y hacerla mariposa. Retire la piel de la morcilla y colóquela en un plato apto para microondas. Salpica unas gotas de agua sobre la morcilla y cúbrela con film transparente. Caliéntala en el microondas durante 2 minutos, pero ten cuidado cuando retires el film transparente, ya que estará caliente. Puedes añadirle una salsa de ajo o de cebollino cremoso y tendrá un sabor increíble, o también puedes utilizar los acompañamientos tradicionales de sal y vinagre o mostaza.
La respuesta española a nuestra morcilla dista mucho de la rodaja que se toma con la fritura. Se trata de una morcilla especiada, delicada, con un suave sabor. Las recetas varían en toda España, desde la morcilla suelta, con arroz, de Burgos, hasta la morcilla de arroz, la variedad hecha con cebolla y arroz.
Pruébela en patatas fritas con un huevo escalfado y perejil, o mezclada con lentejas con cebolla roja finamente picada, hinojo rallado, menta y eneldo con un buen aderezo de vinagre de sidra. La morcilla se desmenuza, aportando su sabor al conjunto del plato sin que resulte excesivo.
Otra forma favorita de servir la morcilla es rellena de calamares, una combinación clásica. Si es usted uno de los que no soporta la idea de la morcilla, entonces la morcilla puede ser para usted; la mayoría de las personas que visitan España la prueban y les encanta antes de saber lo que lleva.